Enseñarle a la gente es una de las buenas acciones más grandes cuyos beneficios se extienden a los demás. Es la manera que tienen los divulgadores y educadores para compartir la herencia de los Profetas y Mensajeros. “Allah y los ángeles, incluso una hormiga en su hormiguero y la pez en el mar orarán por el que le enseña a las personas los caminos del bien”. Hay distintas formas y maneras de enseñar, con distintos medios y métodos, uno de los cuales es corregir los errores. Corregir los errores es parte de la educación; son inseparables.
Este libro contiene consejos acerca de cómo corregir nuestros hogares, para que sean hogares musulmanes, entregados y sometidos a Allah. Quiera Allah que se beneficien de ello, y haga que los musulmanes se enfoquen en sus esfuerzos para revivir el hogar musulmán. Todos los consejos que mencionaré a continuación orbitan alrededor de dos asuntos fundamentales: lograr lo que buscamos, que es establecer el bien y la rectitud, y cómo evitar los males, evitando llevar a nuestros hogares lo que pueda causar dichos males.
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Las personas reaccionan de formas diferentes a la angustia y las preocupaciones, dependiendo de cuáles son sus intereses, ya sea que la ansiedad sea continua o no, y si tienen fe en sus corazones o son transgresores y pecadores. Podemos describir los corazones de la gente como de dos tipos: aquellos cuyos corazones son el trono de Dios, llenos de luz, vida y felicidad, y toda clase de tesoros de bondad; y aquellos cuyos corazones son el trono de Satanás, en el cual reina la angustia, la oscuridad, el dolor y la muerte.
La oración es el más importante de los pilares prácticos del Islam, y concentrarse durante ella logrando el estado de ánimo correcto es algo requerido por la ley islámica. Cuando Satanás, el enemigo de Dios, juró tentar y desviar a los hijos de Adán, dijo: “Los atacaré por delante y por detrás, por la izquierda y por la derecha…” (Al-A’ráf, 7:17), uno de los recursos más significativos que se pro-puso usar fue distraer a los orantes cuando rezan, para privarlos de la alegría de un acto de culto bien realizado, y que pierdan la recompensa por él.