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EL ÚLTIMO SERMÓN DEL PROFETA MUHÁMMAD

 


El último sermón del Profeta Muhámmad, que pronunció durante el Hayy, la peregrinación anual a La Meca realizada por los musulmanes.

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El Último Sermón:

Después de alabar y agradecer a Dios, el Profeta, la paz y las bendiciones sean con él, dijo:

“¡Oh, creyentes!, escuchen con atención, porque yo no sé si después de este año estaré de nuevo entre ustedes.  Escuchen lo que yo estoy diciéndoles muy cuidadosamente y trasmitan estas palabras a aquéllos que no pudieron estar presentes aquí hoy.

¡Oh, creyentes!, así como ustedes consideran este mes, este día y esta ciudad como Sagrados, de igual manera consideren la vida y la propiedad de cada musulmán como sagrada.  Devuelvan las cosas que les fueron confiadas a sus dueños.  No lastimen a nadie para que nadie los lastime.  Recuerden siempre que ustedes se encontrarán con su Señor, y que Él les preguntará por sus acciones.  Dios les ha prohibido que practiquen la usura (el interés); por consiguiente, toda usura queda abolida de aquí en adelante.  Sin embargo, es una obligación devolver el capital de un préstamo.  No perjudiquen y no serán perjudicados.  Dios ha declarado ilícita la usura, y todo el interés que se deba a mi tío Abbas Ibn Abd’ul Muttalib queda abolido de aquí en adelante...

Tengan cuidado con Satanás, preserven su religión.  Él ha perdido toda esperanza de que alguna vez podrá descarriarlos en las cosas grandes, pero ustedes tienen que tener cuidado con él y sus partidarios en las cosas pequeñas.

¡Oh, creyentes!  es verdad que ustedes tienen ciertos derechos con respecto a sus mujeres, pero ellas también tienen ciertos derechos sobre ustedes.  Recuerden que las han tomado como sus esposas con el consentimiento de Dios y con Su permiso.  Si ellas cumplen con vuestros derechos entonces a ellas pertenecen sus derechos a ser alimentadas, vestidas y tratadas con bondad.  Traten bien a sus mujeres y sean amables con ellas porque ellas son sus compañeras.  Y es su derecho que ellas no hagan amistad con quien ustedes no aprueban, así como que nunca se comporten de manera impúdica.

¡Oh, creyentes!  adoren a Dios, realicen las cinco oraciones diarias, ayunen durante el mes de Ramadán, y den de su riqueza el Zakat.  Realicen la peregrinación si  tienen los medios.

Toda la humanidad proviene de Adán y Eva.  Un árabe no tiene ninguna superioridad sobre un no árabe, ni un no árabe tiene superioridad sobre un árabe; el blanco no tiene superioridad sobre el negro, ni el negro tiene superioridad sobre el blanco; excepto por la piedad y las buenas acciones.  Sepan que todos los musulmanes son hermanos.  Nada será legítima pertenencia de un musulmán si pertenece a otro musulmán, a menos que fuera dado libremente y de buena gana.  No cometan injusticias en contra de sus semejantes.

Recuerden, un día serán presentados ante Dios para responder por sus acciones.  Así que tengan cuidado, no se desvíen del camino de la rectitud después de mi muerte.

¡Oh, creyentes!  Ningún profeta vendrá después de mí, y ninguna nueva fe nacerá.  Por consiguiente, razonen bien y reflexionen sobre mis palabras.  Les dejo dos cosas, el Corán, y mi ejemplo y Tradición, la Sunnah, y si los siguen, jamás se desviarán.

Que los presentes informen a los ausentes; puede ser que los últimos sean quienes entiendan mis palabras mejor que aquéllos que me escucharon directamente.

¡Oh, mi Señor!  ¡Sé testigo de que he llevado Tu mensaje a las personas!”

Así el Profeta completó su Último Sermón, y entonces, sobre el monte Arafat, la revelación descendió:

{… Hoy os he perfeccionado vuestra religión, he completado Mi gracia sobre vosotros y he dispuesto que el Islam sea vuestra religión.…} (Corán 5:3)

Incluso hoy en día, el Último Sermón del Profeta Muhámmad es recibido por todo musulmán en diferentes partes del mundo, a través de diversos medios de difusión.  Se recuerda a los musulmanes sobre él en las mezquitas y en las conferencias.  Los significados encontrados en este sermón son asombrosos, hablan sobre algunos de los derechos más importantes que Dios tiene sobre la humanidad, y los derechos de las personas.  Aunque el alma del Profeta ha dejado este mundo, sus palabras todavía viven en nuestros corazones.

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Por Amatullah Abdullah 

 

 


Fuente: islamreligion

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