Él Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alaihi wa sallam, no se olvidó de ningún asunto, por eso nos previno de la discordia y la disputa a la hora de leer el Corán, para que no se generen divisiones en las filas de los musulmanes, dijo: “Lean el Corán mientras sus corazones estén unidos; pero cuando haya alguna disputa, no lo hagan para que el problema no se agrande” . Afirmarse en la creencia del Tawhid es aceptar y someterse, todos los musulmanes con sus corazones unidos por Al-lah, en la adoración de Al-lah siguiendo el ejemplo y las enseñanzas de Su Profeta, sallallahu ‘alaihi wa sallam. De esta manera se eliminan todas las creencias y costumbres que van en contra del mensaje del Islam y que pretenden desunir a los musulmanes. No hay un mejor día que el día de ‘Arafah para comprender que todos somos iguales, el rico y el pobre, el gobernador y el gobernado, todos están en las mismas condiciones esperando alcanzar el favor, la misericordia y el perdón de Al-lah, el cual otorga a todos sin distinción alguna, más que el fervor, la piedad y la sinceridad con que le sea pedido.
No hay una mejor ocasión para toda la Ümmah de renovar estos conceptos que la realización de este pilar del Islam, el Hayy. A su llegada, somos todos motivados a regresar al origen de nuestra fe y nuestro Islam, es decir, a lo establecido por el Libro de Al-lah y la Sunnah de Su Profeta, sallallahu ‘alaihi wa sallam. Vemos que el Profeta Muhammad, sallallahu ‘alaihi wa sallam, no dijo que todas las costumbres y creencias pasadas las había abolido sino en el Hayy de la despedida, una vez que había purificado las mentes, las almas y los corazones de sus seguidores. Les había enseñado con ejemplos vivos que todos somos iguales ante Al-lah, como cuando, en la conquista de la Meca, le ordenó a Bilal el etíope, que Al-lah esté complacido de él, que escalara las paredes de la Ka’bah y que desde su techo hiciera el Adhan (llamado a la oración), sembrando un precedente ante las miradas atónitas de los nobles de Quraish, quienes no dejaban de sorprenderse de que se le diera tal honor a quien fuera un esclavo negro. Luego, para purificar por completo de la idolatría y sus malas e inmorales costumbres esa tierra santa y pura, a viva voz repitió lo que su Señor le ordenaba (lo que se interpreta en español): {¡Oh, creyentes! Por cierto que los idólatras son impuros [de corazón], que no se acerquen pues a la Mezquita Sagrada después de este año [el noveno de la Hégira]} (Corán 9:28) .
Él Profeta, sallallahu ‘alaihi wa sallam, dejó a una nación unida en todos los aspectos de la vida, desde la creencia y la adoración, hasta los asuntos que tienen que ver con su economía, política y sociedad. Debemos sentir en nuestro interior y aplicar con nuestras acciones y palabras los significados que encierran las Palabras de Al-lah, Glorificado y Éxaltado sea (que se interpretan en español): {Por cierto que todos vosotros transmitís un mismo Mensaje [¡oh, Profetas!], y Yo soy vuestro Señor. ¡Adoradme solo a Mí!} (Corán 21:92) .
És nuestro deber revisar nuestras costumbres e ideas que hemos creados, las cuales nos han llevado a hacer divisiones entre las personas, y recordar que en la peregrinación de la despedida estaban presentes participando de ella Bilal el etíope, Suhaib el bizantino, Salman el persa, Omar Al ‘Adwi y Abu Baker At-Tamimi (estos dos últimos de tribus rivales) haciendo el Takbir y anunciando las palabras del Tawhid para decirle a toda la humanidad que las diferencias son borradas por la religión de Al-lah, y que el Islam es el imán que une a todas las personas.
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