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EL ALFABETISMO EN EL ISLAM (PARTE 1 DE 3): LIBROSEN BAGDAD

Ni siquiera la guerra y la ocupación pueden borrar el legado de conocimiento dejado por Bagdad.

Bagdad fue golpeada por una serie de explosiones. La ciudad, rastrillada por la violencia. Bagdad significa caos, muerte y destrucción. Bagdad es una ciudad que grita de dolor y muere tras una cortina de humo. Mientras miramos el desastre en las pantallas de nuestros televisores, es difícil imaginar que Bagdad fue una vez el gran asiento del aprendizaje. Bagdad y libros fueron sinónimos por cientos de años. Los estantes de libros llenaban las casas familiares y las librerías llenaban las calles de Bagdad. Incluso ahora, entre los escombros y el pandemónium, los residentes de Bagdad compran libros. “Es una vieja enfermedad en Irak, la gente gasta su dinero en libros, no en comida”, bromea un traductor iraquí para Noticias NBC [1].

En el período que la historia occidental ha denominado Oscurantismo, comenzó el romance entre Bagdad y los libros. En una época en que las iglesias por toda Europa se sentían afortunadas de tener una biblioteca consistente de algunos cuantos libros, había una calle en Bagdad llena de más de 100 tiendas que vendían libros, o artículos de papelería, o ambos. Por todo el mundo occidental, el alfabetismo estaba restringido a los ricos o a las autoridades religiosas, pero en Bagdad, la gente tenía acceso a más de 30 bibliotecas.

En el período de 200 años después de la muerte del Profeta Muhammad, la pequeña nación islámica creció convirtiéndose en una enorme civilización que se extendía desde el Norte de África hasta Arabia, desde Persia hasta Uzbekistán, y traspasó las fronteras de India y más allá. Alrededor de 750 d.C., Bagdad, la ciudad construida sobre los bancos del río Tigris, se convirtió en la capital del califato islámico. Su ubicación la conectó a países tan distantes como China, y Bagdad pronto se convirtió no solo en el centro político y administrativo, sino también en el eje cultural y del aprendizaje.

Hombres y mujeres de todas partes del imperio afluyeron a Bagdad y trajeron con ellos el conocimiento de todas las esquinas del mundo conocido.

Musulmanes, judíos, cristianos, hindús, zoroastrianos, e incluso personas de otras creencias más oscuras, vivían en Bagdad. Los libros comenzaron a simbolizar la vida de Bagdad. Las calles estaban vivas llenas de autores, traductores, escribas, iluminadores, bibliotecarios, encuadernadores, coleccionistas y vendedores de libros. Sin embargo, estas personas de orígenes tan diversos, necesitaban estar conectados. El árabe se desarrolló como lengua de erudición y así se estableció la conexión.

Las obras de Platón, Aristóteles, Ptolomeo y Plutarco, entre otras muchas, fueron traducidas al árabe. Los filósofos judíos utilizaban las traducciones al árabe de las obras filosóficas griegas para escribir sus propios tratados y ensayos. Cuando Europa comenzó a emerger del Oscurantismo hacia un periodo de iluminación, ellos se basaron en los libros escritos en árabe para redimir y recuperar las bases del imperio occidental.

Muchos de los libros originales traducidos en Bagdad se perdieron o fueron destruidos en sus países de origen, manteniéndose solo en sus traducciones árabes. Los eruditos de Bagdad fueron los responsables de preservar las obras clásicas de los griegos, los romanos y los egipcios, e incluso tradujeron clásicos de Persia, India y China. Estas grandes obras fueron traducidas del árabe de nuevo a idiomas como el turco, el persa, el hebreo y el latín. El teólogo católico Tomás de Aquino hizo su famosa integración de fe y razón después de leer la filosofía aristotélica en una traducción hecha por los eruditos de Bagdad.

Los eruditos de Bagdad no solo recogieron y sintetizaron las grandes obras, también agregaron su propio conocimiento. Ellos abrieron nuevos campos de erudición, como la mecánica celeste, e introdujeron al mundo el álgebra y la geometría. Un erudito de Bagdad produjo un libro de texto de oftalmología, que se cree es el primer libro médico en el mundo que contenía dibujos anatómicos. Fue la obra definitiva tanto en Oriente como en Occidente, y fue utilizado durante más de ocho siglos.

A medida que Bagdad se transformó en un centro de aprendizaje, el califa Harún Ar-Rashid y su hijo Al Mamún, abrieron uno de los centros del pensamiento más famosos de la historia, Bait Al Hikmah, o la Casa de la Sabiduría. Los eruditos de la Casa de la Sabiduría, a diferencia de sus contrapartes modernos, no se “especializaban”. Al Razi fue un filósofo y matemático así como físico, y Al Kindi escribió sobre lógica, filosofía, geometría, cálculo, aritmética, música y astronomía. Entre sus obras se encuentran títulos como “La razón por la que llueve poco en ciertos lugares”, “La causa del vértigo” y “Cruzamiento de palomas”.

El historiador Al Maqrizi describió la apertura de la Casa de la Sabiduría en 1004 d.C.: “Los estudiantes tomaron su residencia. Los libros fueron traídos de [muchas otras] bibliotecas... y el público fue admitido. Cualquiera que quisiera, tenía la libertad de copiar cualquier libro que deseara, o cualquiera que tuviera la necesidad de leer cierto libro hallado en la biblioteca, podía hacerlo. Los eruditos estudiaban el Corán, astronomía, gramática, lexicografía y medicina. El edificio estaba, por otra parte, adornado con alfombras y todas las puertas y corredores tenían cortinas, y gerentes, sirvientes, porteros y otros empleados, fueron designados para mantener el establecimiento” [2].

Los libros siempre han jugado un papel importante en la vida de Bagdad. En el siglo XI d.C., un manuscrito “era del tamaño de un libro moderno, fabricado con buen papel, escrito por ambos lados, y encuadernado con cubiertas de cuero”. Una librería promedio contenía varios cientos de títulos, incluyendo el Corán y comentarios sobre el Corán, idiomas y caligrafía, escrituras cristianas y judías, obras de gobierno, resoluciones judiciales, biografías, astronomía, medicina griega e islámica, literatura, ficción popular, y guías de viajes (hacia India, China e Indochina) [3].

Hoy día, mientras las bombas explotan a su alrededor y el mundo cae en el abismo, la gente de Bagdad se aferra a su patrimonio literario. Entre los escombros, los libreros ejercen su oficio y los ciudadanos de Bagdad deciden entre leer y comer. Por esto, no es de sorprender que el Islam tenga una larga tradición de alfabetización. La primera palabra del Corán revelada al Profeta Muhammad fue iqra —leer, aprender y entender. En la segunda parte, emprenderemos un viaje de descubrimiento para ver qué dicen el Corán y las tradiciones del Profeta Muhammad acerca de la alfabetización y de la búsqueda del conocimiento.

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Por Aisha Stacey

FOOTNOTES:

[1]http://worldblog.msnbc.msn.com/archive/2007/11/30/487951.aspx

[2]http://www.sfusd.edu/schwww/sch618/ScienceMath/Science_and_Math.html

[3]Ibíd.

 

 


Fuente: islamreligion